Rincón Poético (II)

Contribuciones grupales poéticas

 

 

 

Lugar de Paz

Laura Giordani

 

 

 

Una vieja cerca al pie de la montaña

un llamador de bronce

que mece la brisa helada:

Lugar de Paz.

Avanzar a paso lento entre las matas

amorosamente cuidadas.

Detener la vista en el estanque

pletórico de lotos

y pequeñas aves.

Una música imperceptible 

anega todo el valle

y tu presencia- mágica- en el centro

imanta los pasos del caminante.

Arribar finalmente a tus pies

cuencos de humildad

y depositar allí

una a una

cada máscara.

Necesito escuchar otra vez tus palabras

que caigan suavemente como pétalos

sobre mi espíritu cansado

y mi deseo irredento.

Contemplar tu rostro que también ha sufrido

y regado los mismos suelos de la tierra:

loto que al fuego de la experiencia

en beatitud y comprensión ha florecido.

Hay Paz en tu jardín

y descanso para el viajero.

Y unas manos que bendicen

Y señalan la serena cima del alma.

Y unos ojos - brasas de compasión-

que sellan párpados

con brisas de eternidad 

y hacen caer velos.

 

 

 

Atiza El Fuego

María Ester Larraza

 

Atiza el fuego
Que a destajo se rompa la bruma
Y se quiebren los turbios espejos
Y se esfumen los monstruos exangües
Y se sequen las aguas
Y mueran ilusorios espacios
Al conjuro de la Luz
sólo quedan retoños de alas
Atiza el fuego
ha llegado la hora
Mis átomos mudan
las ínfimas larvas desvanecen
su canon ancestral y amargo
Resuella la sangre
Un nuevo Paradigma
me estalla en la boca
Atiza el fuego, amigo
La Puerta está abierta
Un Silencio invita
Un silencio elude
La voz del Alma
encuentra su propia canción

 

 

El Aventador De La Llama

Laura Giordani

 

Verdad que te escurres

huidiza de mis manos

evócame.

Tan sólo te insinúas:

un breve destello entre las sombras.

 

No más simulacros celestes

no más mímica del alma.

Ser resplandeciente,

Ser que te ligaste a mi sustancia desde las edades

arranca todos los velos,

consume las escorias

corta con tu espada toda niebla

y toda humana ligadura.

 

 

Mis ojos pueden soportarlo

contemplar sin enceguecer

la realidad desnuda.

 

Descúbreme tu verdadera faz

y derrama tu cáliz sobre estas vestiduras.

Exige, destruye, libera!

Enciende certezas a tu paso.

Revélate completado

y despeja al fin todas las dudas.

 

 

El Morador

José Becerra

 

Ser que me aprisionas, ¡te NOMBRO!
Que te he visto desnudo realmente.
En tus huesos y en tu carne me recuerdo
cual espejo de cenizas despojado.

Tu imagen me embriaga los sentidos;
me seduces al olvido de Quien SOY.
Me incitas, desgarrando mis raíces
de aquel mundo sutil, donde SOY YO.

Yo soy el que soy; yo soy el Angel,
el que guarda la llave del Misterio
del ser y del no ser, Cáliz supremo

de la vida de la muerte liberada.
Ser que me aprisionas, ¡DESCANSA!
Que se acerca el final del cautiverio.

 

 

El Morador

Laura Giordani

 

Susurro familiar, de habitante inefable pero cierto; más es posible sentir el vacío que dejas una vez la Luz ha reducido tu identidad a cenizas.

No puedes mirar de frente a la Verdad, pero te le pareces. Deseas apoderarte de todo: de las virtudes, del lenguaje del Alma... te travistes continuamente con ropajes nuevos.

 

Te pareces curiosamente a uno mismo, plagiando los contornos, alimentándote con cada fisura de la conciencia, con cada claudicación, cada duda.

 

Triste espantapájaros custodiando las simientes y espantando el vuelo añil del Alma. No resistes el silencio porque derrite tus pequeñas voces y así... uno a uno vamos tejiendo tus ropajes a golpe de tiempo, latido y luz prestada.

 

Te disfrazas con los más altos sueños y los conviertes en tu propio cielo, hasta has puesto la pequeña verdad conquistada en tu ojal, como flor de vanidad.

 

La verdad llega y con ella tu hora. El Alba segará tu luz prestada.

 

Sin ofrecer lucha, sin resistencia, se derrama compasión por tus harapos y tanto amor por tu luz aprisionada que en sus alas elevará cada átomo, devolviéndolo impoluto a la Vida.

 

Liberando tus cortezas con luz meridiana.

 

Eres al mismo tiempo el mendigo en las puertas y el propio derecho de paso.

Y bendiciendo cada caída y cada peldaño, continuaré con paso alado hacia la fusión completa.

 

 

 

El Abrazo

María Ester Larraza

 

Acabo de abrazar a mi sombra.
No hubo miedo ni desgarro,
ni espanto ante su rostro
esquivo de fibrosa urdimbre.
Acabo de abrazar a mi sombra.
Alquimia de lágrimas abiertas
destilando Espacios.
Ceremonia lúcida
en este insomnio de madrugada.

 

 

 

 

El Milagro De La Hora

María Ester Larraza

 

La tarde se deshila

Pájaros silenciosos

danzan en un hueco

oscuro

lejano

Desato los recuerdos

Parábola de la lluvia

donde aprendo

la oculta persistencia de la vida

que insiste en fragmentar historias

como este rectángulo en la ventana

Milagro de la hora

donde comprendo

el secreto de letras numeradas

que designan únicas sustancias

vibrando en el Nombre Impronunciable

La noche me sostiene

Bailo en círculos

eslabonando espirales

luminosos

infinitos

 

 

Aleph Hermético