El Machete del Discernimiento y el Cañón de la Voluntad

Reflexiones sobre La Borinqueña de Lola Rodríguez de Tió

"Breve, sólida, rotunda como un martillazo, he aquí la palabra viril que debe encender los labios y salvar el honor de nuestro pueblo. Tenemos que aprender a decir NO, enarcar los labios, desahogar el pecho, poner en tensión todos los músculos vocales y todas las potencias volitivas, para disparar esta <o> del no, que tal vez resuene en América y en el mundo, y que resonará en el cielo con más eficacia que el retumbar de los cañones" --José De Diego


En su acepción literal, el machete y el cañón son íconos que evocan el cañaveral y la defensa o agresión individual y colectiva. Pero hoy en día no podemos defendernos con un machete de los peligrosos narcotraficantes que gobiernan al país, o atacar con un cañón a las fuerzas que nos mantienen en sumisión política. 

La época de los cañones y machetes descanza en paz en un pasado inalterable por revisionismos fatuos. La llama revolucionaria, si bien prendió en Lares y Jayuya, nunca se convirtió en fuego aglutinador de las masas puertorriqueñas. Este es un hecho histórico de innegable veracidad.

En la historia reciente, el puertorriqueño heredero de una conciencia colectiva eminentemente conservadora y amedrentadamente dependiente, ha declarado reiteradamente su preferencia por la conveniencia material frente a la soberanía nacional. Definitivamente, consideraciones de índole económica han regido el dictamen colectivo sobre la relación política con los Estados Unidos en gran parte del pueblo puertorriqueño.

Sin embargo, las ideas son reflejos de los arquetipos que las nutren. Cuando las ideas se nutren de un alma nacional se convierten en símbolos imperecederos que, aún transformándose, delatan su fuente vital. A esta categoría pertenecen los símbolos del machete y el cañón.

Doña Lola Rodríguez de Tió tuvo contacto con el alma nacional boricua y esa visión le permitió diagnosticar dos elementos marcadamente ausentes en la conciencia colectiva: el discernimiento y la voluntad. La visionaria Sangermeña presagió dos defectos de los cuales todavía adolece nuestra identidad nacional.

El machete es el símbolo de la actividad esclarecedora del intelecto que, trascendiendo las emociones del momento --emociones que incluyen el miedo, el miedo de la responsabilidad de ser libres-- nos permite discernir nuestra identidad y asumir nuestra responsabilidad histórica ante la comunidad internacional. Esa visión clara y abarcadora se anidó en la conciencia del más excelso representante de la moral social latinoamericana, el eterno docente Eugenio María de Hostos. Visión más clara y abarcadora no ha tenido ningún otro puertorriqueño, guardián incansable del arquetípico machete del discernimiento.

Pero la cabeza no puede existir sin el corazón. No el corazón de la emociones efímeras sino el corazón de la voluntad. Cada minuto el corazón humano lanza ochenta cañonazos de sangre desde donde emana la fuerza de la vida misma. Doña Lola auscultó el corazón colectivo entonces y lo declaró vivo. Continuó vivo en Jayuya. Continúa vivo, aunque no completamente sano, en el movimiento laboral puertorriqueño. El reciente paro laboral nacional fue un cañonazo de vida colectiva. La defensa de Vieques ha sido otro.

Somos esclavos, sí; pero somos esclavos de nosotros mismos. Ya debemos haber rebasado la etapa de culpar a otros por nuestro destino político. Del pasado se aprende, pero el futuro lo gestamos hoy a fuerza de cañonazos y machetazos.

Hoy podemos con orgullo patrio reclamar nuestro nicho en la comunidad de naciones del mundo. Pero ese reclamo tiene un precio. En el pasado el precio consistía en ciegamente entregar la vida en aras de un ideal liberador. Hoy se requiere otro tipo de sacrificio: el sacrificio de la conveniencia material.

El carácter nacional puertorriqueño necesita fortalecerse con la voluntad y nutrirse de la fuerza esclarecedora del discernimiento para vencer el espejismo del materialismo. Se requieren muchos machetes y cañones, mentes claras y corazones puros, para tejer esta última hebra que mantiene a Doña Mariana Braceti paciente y confiadamente esperando por el alumbramiento definitivo de nuestra afirmación nacional.

24-08-1998
Rev. 05-10-2005

-------------------------------

El Hostosiano Observa